Busqué este cómic por la curiosidad que me produjo tras la respuesta de Norman Fernández a mi pregunta por la imagen que acompaña esta nota. Y lo encontré a través de Todocolección, en una librería de Bilbao. Recién recogido y antes de leerlo (me lo dejo para el fin de semana), me llamaron la atención los detalles:
Taniguchi juega con la composición de la página, combinando de modo muy cinematografico diversos enfoques, primeros planos y vistas generales, cambios de ritmo... Se comprende y acepta la conclusión de Andreu Martín: "la enjundia de la historia, esos silencios densos, esas miradas profundas, acaban por convencer al lector para que vuelva atrás, y mire mejor, y lea mejor, y descubra esos 'mucho más' que se contienen en una historieta innovadora, tan dura como inteligente. Y al llegar a la última página, el lector vive la sensación de saber leer historietas mucho mejor (...). Es una campaña en favor de la lectura mucho más efectiva que esa extraña metáfora de los monos, los libros y los sombreros".
Pero ya está bien de rodeos, pues sin ellos esta historieta (que ya en la contracubierta se autodefine "Novela gráfica. Especial Manga) ya estaría leída.... Un comentario tras leerlo de verdad.
- El cómic huele a papel barato un poco envejecido por los quince años que han pasado desde su edición, de modo parecido a como creo recordar que olían las novelitas de serie negra que compraba o cambiaba hace muchos años en los quioscos de barrio.
- Otro detalle: El nombre de Jiro Taniguchi no había perdido aún la h: se escribía Jiroh Taniguchi...
- La frase de la contracubierta es una invitación a la lectura y a la vez toda una declaración: "Nadie descubre la auténtica soledad hasta el momento de enfrentarse a su propia muerte"
- Más: Un interesante prólogo de Andreu Martín, donde critica la campaña de promoción de la lectura de principios de los noventa, en la que un mono jugaba con un libro sin saber qué hacer con él más que ponérselo en la cabeza. A esta campaña, que parece considerar propia de burócratas o elitistas, contrapone el cómic que prologa, cuya lectura considera que es la mejor manera de promover el hábito lector y la capacidad de comprender las imágenes de la historia. Lectura de la imagen, función de educación lectora de los cómics y publicidad de la lectura son pues reflexiones que plantea ya el prólogo. Temas de los que hemos escrito en un libro sobre la imagen la biblioteca en la cultura de masas, con Tomás Saorín.
- Un último detalle, un poco más misterioso: el guionista, Natsuo Sekikawa, responsable también de la adaptación de La época de Botchan, se niega a que figure su curriculum en la solapa, pues los editores aclaran en la solapa del cómic que respetan su voluntad de que no aparezca. ¿Quizás la poca valoración de su propia obra, o algún desacuerdo con los editores?
Taniguchi juega con la composición de la página, combinando de modo muy cinematografico diversos enfoques, primeros planos y vistas generales, cambios de ritmo... Se comprende y acepta la conclusión de Andreu Martín: "la enjundia de la historia, esos silencios densos, esas miradas profundas, acaban por convencer al lector para que vuelva atrás, y mire mejor, y lea mejor, y descubra esos 'mucho más' que se contienen en una historieta innovadora, tan dura como inteligente. Y al llegar a la última página, el lector vive la sensación de saber leer historietas mucho mejor (...). Es una campaña en favor de la lectura mucho más efectiva que esa extraña metáfora de los monos, los libros y los sombreros".
Pero ya está bien de rodeos, pues sin ellos esta historieta (que ya en la contracubierta se autodefine "Novela gráfica. Especial Manga) ya estaría leída.... Un comentario tras leerlo de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario