

El estilo se mantiene: un dibujo espontáneo, desgarbado, centrado en sus relaciones de pareja y en las pequeñas actividades diarias. Son simpáticas por su autenticidad, por reflejar las pequeñas ilusiones y frustraciones de la vida diaria.
Y Gabrielle Bell, con Afortunada, hace algo parecido: una crónica personal de juventud, de los problemas de ubicación, de su afirmación como dibujante, de los cambios de piso... Así amplía la lista de mujeres autoras autobiográficas en cómic.
Comparten la frescura autobiográfica y el encanto que los hace lecturas apetecibles, aunque no aporten quizás nada nuevo.
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