Piel color miel es otro bonito cómic autobiográfico, sincero, sin afectación. Jung cuenta sus recuerdos, infancia y adolescencia marcadas por su adopción por una familia belga. Algo que vivieron centenares de miles de niños y niñas de Corea afectados por la guerra y las políticas familiares. Dibujos amables, agradables, como de acuarela en blanco y negro. Y se combina en el relato un poco de ironía y humor que suaviza los malos ratos que forman parte de la vida. Una reseña más detallada en Trazos en el blog
sábado, 28 de febrero de 2009
domingo, 22 de febrero de 2009
La otra belleza, historia de un encuentro
La otra belleza, de Marc Males, ha pasado a formar parte de esta lista de lecturas que gustan y emocionan. Es la historia de un breve encuentro que hace cambiar a sus protagonistas, dos personas huyendo de sí mismas o de sus circunstancias. Como casi siempre últimamente, sacado en préstamo de la biblioteca regional de Murcia y con página bibliotecaria... Los libros también ayudan a encontrarse.
viernes, 20 de febrero de 2009
El fotógrafo: cómic, fotografía, relato, documento con el estilo de E. Guibert
Me ha gustado mucho leer El fotógrafo, cómic en tres volúmenes que saqué de la Biblioteca Regional de Murcia.
En esta obra Guibert dibuja la historia de un fotógrafo, Didier Lefèvre, que acompañó por Afganistán a unos integrantes de Médicos Sin Fronteras.
La combinación de fotografías y dibujos está muy conseguida y da al relato mucha autenticidad, quizás gracias al trabaj de Frédéric Lemercier en la composición.
Nos cuenta una historia que refleja los sentimientos, dificultades y experiencias por ese país, sus paisajes y sus habitantes. La crudeza de la guerra a través de sus víctimas, que los médicos intentar recuperar con más sagacidad que medios.
El estilo Guibert, que ya me encantó en La Guerra de Alan, logra hacer cercanas y muy reales las vivencias, mostrando una aparente objetividad en la descripción. En cambio no logra emocionarme cuando trabaja con otros autores, en especial Sfar: No me dijeron gran cosa ni Las olivas negras ni La hija del profesor. Pero bueno, cada uno tiene sus gustos...
En esta obra Guibert dibuja la historia de un fotógrafo, Didier Lefèvre, que acompañó por Afganistán a unos integrantes de Médicos Sin Fronteras.
La combinación de fotografías y dibujos está muy conseguida y da al relato mucha autenticidad, quizás gracias al trabaj de Frédéric Lemercier en la composición.
Nos cuenta una historia que refleja los sentimientos, dificultades y experiencias por ese país, sus paisajes y sus habitantes. La crudeza de la guerra a través de sus víctimas, que los médicos intentar recuperar con más sagacidad que medios.
El estilo Guibert, que ya me encantó en La Guerra de Alan, logra hacer cercanas y muy reales las vivencias, mostrando una aparente objetividad en la descripción. En cambio no logra emocionarme cuando trabaja con otros autores, en especial Sfar: No me dijeron gran cosa ni Las olivas negras ni La hija del profesor. Pero bueno, cada uno tiene sus gustos...
lunes, 9 de febrero de 2009
Los cuatro ríos: El estilo Baudoin
Tras las lecturas de Piero y el viaje me he animado con Los cuatro ríos, en el que Baudoin ilustra una novela negra de Fred Vargas. Merece la pena. La forma de dibujar de Baudoin ayuda a dar emotividad y poesía a la novela, hace muy humanos a los personajes, con sus pequeñas y particulares ilusiones e historias.
jueves, 5 de febrero de 2009
La montaña mágica, de Jiro Taniguchi
La montaña mágica, la última historia de Jiro Taniguchi publicada por Ponent Mon ofrece lo que se puede esperar de este autor, esta vez en forma de cuento, de pequeña fábula. Historia de un niño que se siente desvalido por el temor a la muerte de su madre, pero que encuentra la forma de superar su dolor, luchar y serenarse. Ambientada como siempre en un entorno de encuentro y respeto a la naturaleza, dibujándola esta vez en color, y transmitiéndonos serenidad y bondad.
miércoles, 4 de febrero de 2009
La guerra de Alan, de Emmanuel Guibert
Me ha gustado mucho. Tanto la vida que cuenta, la de Alan, como la forma de hacerlo. Se trata de dar la voz a alguien anónimo, cuya historia podría pensarse que no interesa a nadie, y que sin embargo tiene mucho que enseñarnos si tenemos la oportunidad de escucharlo. Al atenderlo, al dedicarle el tiempo que merece, somos los lectores los que nos humanizamos.
Alan contó esta historia a Guibert siendo ya mayor, con 69 años, y murió antes de verla publicada. Los tranquilos diálogos del dibujante con Alan le permiten hacer un recuento de su vida, recoger sus recuerdos, de una manera muy honesta consigo mismo, identificando sus fallos o aciertos, siendo muy contenido y respetuoso con las personas que cita. Se siente una persona corriente, pero que supo tener determinación para tomar decisiones, que intenta contar sin juzgarlas ni justificarse.
Guibert creo que intenta recoger con su estilo documental esa contención, el carácter descriptivo y sincero de este veterano combatiente, pero el conjunto resulta emocionante: nos presenta su vida tal cual la ve. Y nos hace admirar a esta persona tranquila, perseverante, que se pregunta por las cosas, que se adapta pero se esfuerza en recuperar su vida y su destino.
Mi apunte bibliotecario: Leyendo a Rimbaud en una pequeña biblioteca, Alan cae en la cuenta de que no ha vivido la vida que realmente quería, y comienza un ejercicio de memoria y escritura, que es el origen de este libro: "No he vivido la vida de la persona que soy. Había vivido la vida de la persona que querían que fuera, es diferente".