Me ha gustado mucho. Tanto la vida que cuenta, la de Alan, como la forma de hacerlo. Se trata de dar la voz a alguien anónimo, cuya historia podría pensarse que no interesa a nadie, y que sin embargo tiene mucho que enseñarnos si tenemos la oportunidad de escucharlo. Al atenderlo, al dedicarle el tiempo que merece, somos los lectores los que nos humanizamos.
Alan contó esta historia a Guibert siendo ya mayor, con 69 años, y murió antes de verla publicada. Los tranquilos diálogos del dibujante con Alan le permiten hacer un recuento de su vida, recoger sus recuerdos, de una manera muy honesta consigo mismo, identificando sus fallos o aciertos, siendo muy contenido y respetuoso con las personas que cita. Se siente una persona corriente, pero que supo tener determinación para tomar decisiones, que intenta contar sin juzgarlas ni justificarse.
Guibert creo que intenta recoger con su estilo documental esa contención, el carácter descriptivo y sincero de este veterano combatiente, pero el conjunto resulta emocionante: nos presenta su vida tal cual la ve. Y nos hace admirar a esta persona tranquila, perseverante, que se pregunta por las cosas, que se adapta pero se esfuerza en recuperar su vida y su destino.
Mi apunte bibliotecario: Leyendo a Rimbaud en una pequeña biblioteca, Alan cae en la cuenta de que no ha vivido la vida que realmente quería, y comienza un ejercicio de memoria y escritura, que es el origen de este libro: "No he vivido la vida de la persona que soy. Había vivido la vida de la persona que querían que fuera, es diferente".
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