Acabo de ver Despedidas, de Yojiro Takita, Oscar a la mejor película extranjera en 2009. Es una cinta encantadora, que comento porque contiene una historia de reconciliación con la vida y el padre a través del contacto con la muerte, y que obviamente me recordó la obra de Jiro Taniguchi.
El protagonista es un joven músico que al perder su trabajo se hace casualmente amortajador. Esta nueva profesión, que le cuesta asumir, le hace realizar todo el ceremonioso proceso de lavar, vestir y maquillar los cadáveres delante de su familia y allegados. Serenidad, respeto, emoción, dolor... se mezclan al hacerlo, y en cierto modo a lo largo del ritual se abre a la comprensión de las personas fallecidas.
La similitud con la historia de El almanaque de mi padre llega cuando ha de amortajar a su propio padre, al que lleva años sin ver, añora y culpa de un abandono. Y en esta despedida es capaz de reconciliarse con su padre muerto.
De modo que esta película, entre música y humor nos ayuda también a ver el mundo al modo sereno de Taniguchi, además de hacernos pasar un buen rato.
Casualmente vi ayer en la tele un reportaje sobre este oficio en España, "tanatopractor", en Vidas anónimas (La Sexta). Sin tanto ceremonial, pero la misma intención...
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