Estaba deseando leer
El gourmet solitario, de Jiro Taniguchi y Masayuki Kusumi, desde que Astiberri lo anunció entre sus novedades. Tenía noticias de esta obra por la entusiasta valoración de
El lector de cómic, que lo consideraba maravilloso.
Se trata de una sucesión de 19 historias cortas con una estructura similar: un comerciante de mediana edad que tras su gestiones por diversos barrios de Tokio u otras ciudades, busca dónde comer, haciéndonos ver a través suyo cómo es la comida japonesa, cómo son sus bares, el ambiente que tienen, cómo son sus clientes....
La sencilla crónica de este viajante abstemio nos descubre muchas cosas de la gente por su relación con la comida: la búsqueda con cierta ansiedad de dónde satisfacer el deseo de comer, las dudas sobre qué elegir y a veces el sinsabor de no haber optado por lo mejor, la sensación de haber comido demasiado al acabar, los recuerdos que la comida evoca: los lugares donde se hizo, una pareja de tiempo atrás, una excursión de juventud...
El gourmet solitario a veces es un poco tragón más que sibarita, lo que nos extraña ante la imagen comedida de los personajes de Taniguchi. Comer un poco más de la cuenta, quitarse la camisa en un estadio de béisbol un día de calor sofocante..., son las pequeñas transgresiones que se permite nuestro viajante. Pero sobre todo valora la comida como algo que debe estar bien hecho, ser equilibrado. Le gusta que los platos armonicen y nos los describe con detalle: sus ingredientes, olores, color o textura. Mira con discreción a los camareros o cocineros, escucha a los demás comensales, nos dibuja las calles donde se encuentran, sus tiendas, su bullicio. Para él la comida parece una fuente principal de placer en una vida rutinaria. Comer sólo, que para nosotros puede ser algo triste, es para él algo natural, y en cierto modo un modo de comunicación, de ser partícipe del grupo que lo hace a la vez que él, y de su cultura gastronómica. Aunque no deje de evidenciar su soledad: Al vivir solo no suele cocinar, come fuera o compra precocinado, no respeta los horarios convencionales...
En síntesis, una obra en la línea temática y el estilo de nuestro autor, que en este caso mirando y disfrutando la comida nos muestra un aspecto más del mundo, casi siempre de modo sereno.