martes, 4 de enero de 2011

Pintor, de Esteban Hernández, y El cielo sobre el Louvre, de Yslaire y Carriére


Dos obras que he leido casualmente a la vez, pero sin nada que ver, salvo tener como tema o como excusa la pintura: Pintor, de Esteban Hernández, y El cielo sobre el Louvre, dibujado por Yslaire con guión de Jean-Claude Carrière.

Pintor tiene un argumento un poco forzado: la historia de un pintor de brocha gorda que antes de acabar su trabajo hacía dibujos en los cuartos de baño, que luego ocultaba. La aparición de esas pinturas al aflorar humedades da a esos murales un nuevo interés, y supone el comienzo de una búsqueda de más obras. No le he visto mucho sentido salvo como ejercicio de creación y resolución de una historia con un punto de partida que daba poco juego.

El cielo sobre el Louvre es una obra que recrea la época final de la Revolución Francesa, que es también la del nacimiento del Museo del Louvre. Robespierre encarga un cuadro nunca acabado a su amigo David, y a la vez que se nos cuenta esta historia, a través de recreaciones de cuadros de la época, conocemos las aspiraciones y utilización poítica de la pintura, sus relaciones con la ideología o la religión, la relación entre política y cultura, entre el neoclasicismo, la revolución y la locura.

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