
Todo comenzó cuando inocentemente dibujó una cucaracha diciendo una palabra azerí (comunidad del norte de Irán) en una historieta para niños de su periódico. La manipulación del dibujo y su malinterpretación produjo una reacción airada de los azeríes, que al verse humillados por el dibujo promovieron manifestaciones. El gobierno iraní envíó al pobre dibujante a la cárcel, a los interrogatorios absurdos y a la indefensión, que incluyó a gobiernos occidentales que le fueron negando el pasaporte para hacerlo refugiado.
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