Un viaje entre gitanos, de Guibert, Keler y Lemercier, es una magnífica obra. En ella, como hiciera en El fotógrafo, Guibert dibuja la historia integrando las fotografías y el guión, que en este caso son de Alain Keler. La obra tiene una gran calidad también gracias a la maquetación y el color dado por Lemercier.
Keler recoge en sus fotografías testimonios de diversos lugares europeos con asentamientos romaníes, recorridos por él durante diez años usando un viejo Skoda. El viaje se inicia en 1999, cuando el autor registraba el final de la guerra de Kosovo, acompañado de Didier Lefèvre, y empezó a conocer y a acompañar a los gitanos, perseguidos por albanokosovares, por neonazis en Chequia o arrinconados en chabolas y guetos de diversas ciudades europeas, muchas veces ilustres -desde Milán a París.
Observar y fotografiar la pobreza puede llegar a ser visto como una provocación si no se logra hacer con todo el respeto y una actitud humanista, no invasiva. El fotógrafo lo hace acompañado de una trabajadora social, un guía amigo, un mediador gitano... Su motivación no es miserabilista; es la voluntad de hacer patente el problema existente y contribuir a que se afronte.
Recientemente asistí a un debate en la Universidad de Murcia promovido por la Fundación Secretariado Gitano, dedicado a presentar "La estrategia española de integración del pueblo gitano, 2012-2020" (las videograbaciones de las charlas se pueden ver desde la tv.um), donde pudimos conocer la situación en España de esta comunidad. A pesar de ser mejor -al parecer- que en el resto de Europa, datos como los 8-9 años de menor esperanza de vida media que la población española, el altísimo nivel de paro que llega al 40% o la pequeña proporción de gitanos que llegan a terminar la educación secundaria, no pueden ser pasados por alto. Este cómic contribuye a la sensibilización sobre ello por su sinceridad y su realismo.
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