La historia comienza y continúa con una descripción impresionante de los paisajes naturales y urbanos abandonados, de la desolación de esos lugares, llenos de personas enfermas y recuerdos de miles de fallecidos. Nos hace recordar la labor de los más de quinientos mil liquidadores que tuvieron que enterrar, sacrificar y envolver en un gigantesco sarcófago los restos de la central y su entorno.
Lo curioso es que el autor poco a poco va cambiando el punto de vista o la forma de mirar y va redescubriendo la naturaleza y la vida emergente de nuevo, apostando por disfrutar los momentos y las cosas en ese paisaje destruido. Y con ello consigue un extraordinario cómic de carácter periodístico documental, con una faceta intimista que lo realza, al transmitirnos la evolución del protagonista ante una experiencia tan especial
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