Wonderland, de Tom Tirabosco, es un muy buen cómic autobiográfico, en la que el autor se centra en su infancia y la vida familiar. El dibujo al carboncillo trasmite la nostalgia del autor por ese mundo infantil al que sigue conectado en cierta forma. Toda la obra tiene autenticidad porque se percibe una voluntad de verdad que lo hace conmovedor. Conocemos a través del niño la vida en Suiza a principios de los años setenta, la inquietudes y conflictos de los padres, la vivencia de un hermano menor con una discapacidad, el nacimiento de una vocación por el dibujo a partir de la fantasía del mundo literario y cinematográfico de una época en la que no es difícil verse reflejado.
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