La voz que no cesa: vida de Miguel Hernández, de Ramón Pereira y Ramón Boldú, es una completa biografía gráfica del gran escritor oriolano, dibujada con maestría y diría que casi veneración.
Boldú se emplea a fondo para dar cabida en las páginas del cómic la vida y muchos fragmentos de la obra del escritor, al que presenta como un luchador por aprender a escribir y dar a conocer su poesía; una persona que siempre estuvo con el pueblo y las clases modestas a las que pertenecía, y una persona que fue fiel al gobierno republicano durante la guerra civil, esforzándose por animar a sus compañeros con sus poemas. Ello le costó la cárcel, la enfermedad y en suma la vida, privado de los mínimos cuidados que lo hubieran curado. Hasta llegar ahí, los autores nos cuentan con afecto y sinceridad la evolución del escritor, sus viajes a Madrid y su acercamiento a los grandes poetas de su tiempo, sus estrechas amistades, su relación con sus padres y luego con la que sería su mujer...
La historia se nos cuenta en primera persona, mientras Miguel dialoga en la cárcel con un gorrión posado en su ventana e intenta escribir cuentos para su hijo o construirle un carro de juguete y sobrellevar
Y entre las muchas estampas nos deja ésta, en la que vemos al autor visitando la biblioteca para leer a García Lorca o Gerardo Diego mientras pastoreaba las cabras. La bibliotecaria advierte maternalmente a Miguel de que no manche los libros, a lo que nuestro autor responde que la suciedad con la que los devuelve es la propia del campo, y por tanto natural y aceptable. Lo cual parece no terminar de convencer a la bibliotecaria....
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