El ala rota, de Antonio Altarriba y Kim, es uno de esos cómics que no quieres que se acaben, o que sientes haber leído demasiado rápido sin poder evitarlo. Ya me pasó esto con el libro del que es complementario, El arte de volar, pues ahora Antonio Altarriba nos cuenta la vida de su madre, prácticamente ignorada en la obra anterior. Al contarnos su historia hace justicia con ella, pues parece haber sido, como en tantos casos de las mujeres de la posguerra, una mujer abnegada y pendiente de su marido y su hijo hasta el límite, pero poco considerada por éstos hasta que el tiempo ha logrado darle su auténtica dimensión.
Al nacer la protagonista, Petra, murió su madre y ella misma quedó con un brazo casi inmovilizado, retraído y casi pegado al cuerpo por un parto muy difícil. Ya en sus últimos días de vida, en una visita a su madre agonizante, Antonio Altarriba se da cuenta de que nunca había reparado en esta lesión, cuando observa que la enfermera no puede ponerle el gotero en ese brazo. La madre lo ha llevado en secreto, pero tanto su padre como él mismo nunca se han fijado lo bastante como para percatarse de una limitación tan evidente. Este hecho desencadena el deseo de reconocer y reconstruir la historia de una mujer que desde el nacimiento tuvo que sufrir adversidades como el odio del padre o la Guerra Civil, y supo afrontar todas las circunstancias de forma admirable. El relato de este homenaje de Antonio Altarriba lo dibuja maravillosamente Kim para ofrecernos una historia entrañable y emocionante. Y en donde muchos hijos podemos vernos muy reflejados.
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