En Casa transparente, María Luque nos cuenta su vida en distintas casas de distintas ciudades, porque se dedicar a cuidar los pisos de amigos residiendo en ellos cuando están fuera. Una forma de precariedad que ella convierte en una forma de vivir el presente y disfrutarlo aún con sus limitaciones: no saber dónde está el abrelatas, leer los libros de las bibliotecas de los propietarios cuidando de dejarlos de nuevo en el mismo sitio, estar abierta a la experiencia de cada día.
Se trata de un cómic de dibujo encantador, con las connotaciones infantiles de la acuarela y de los lápices de colores con los que están dibujados los personajes. El colorido crea sensación de optimismo y vitalidad.
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