Los entusiastas, de Brecht Evens, es un cómic en el que se habla con ironía del sentido del arte contemporáneo y el proceso de creación artística.
Iremos conociendo a un grupo de artistas aficionados que se propone programar en su pueblo un gran encuentro de arte con la aspiración de convertirlo en una Bienal, y para realizar el evento invitarán a un creador relativamente consagrado esperando que contribuya a avalar e impulsar el proyecto. Este les propondrá realizar un gran gnomo de diez metros como obra de arte colectiva, tarea a la que se dedicarán con entusiasmo, mientras el artista reconocido en realidad se desenvuelve entre lo didáctico, lo patético, el voluntarismo y la pedantería. Me quedo con su propuesta didáctica: "el cometido del artísta es desplazar continuamente los límites de su percepción, y a continuación traducir sus percepciones lo más claramente posible, para que el público pueda entenderlo".
Va configurándose así lo que me parece una sátira -no exenta de ternura- sobre el grupo y las relaciones humanas: la evolución de los preparativos, las discusiones o reflexiones sobre la creación artística más auténticas o pretenciosas -como terapia, como compromiso, como diversión o el sentido de esa figura de cartón piedra en el bosque.
La obra destaca por la brillantez con la que se desarrolla lo visual, la composición, el colorido, la riqueza de la acuarela usada de modo muy original, con un color para cada uno de los artistas. Entre el artista profesional y el artista aficionado, creo que Evens toma partido por el más auténtico.
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