Por sus viñetas siempre cuadradas, que se suceden en páginas con cuatro o seis y una letra muchas veces pequeñísima, van pasando con dibujos sencillos sus recuerdos o su presente: sus inicios como autora de fanzines, la ruptura con el director que llevó al cine una de sus obras (Celcil y Jordan en Nueva York, que forma parte de la película Tokyo!), sus momentos de tristeza o bajón, de los que se derivan episodios de mal carácter y deseos de soledad...
El carácter fragmentario de los episodios crea la sensación de deriva, de que no hay proyecto vital, pero a su vez eso le da veracidad y nos acerca a la autora porque se muestra capaz de ser su mayor crítica.
Como creadora muestra su temor a defraudar, a perder el tiempo por ejemplo con el correo electrónico y la conexión permanente como forma de distracción o de no afrontar el inicio de la tarea. Lo que genera es una buena descripción de tecno-estrés o estrés digital al que estamos tan frecuentemente expuestos:
No hay comentarios:
Publicar un comentario