Tras doctorarse en Filosofía viajó por Turquía, Siria, Palestina, Irak, Afganistán e Irán así como por el Congo franco belga, para escribir su experiencia y fotografíar el mundo. El descubrimiento y la adicción a la morfina, que se hizo una compañera casi inseparable a pesar de varias curas de abstinencia, fue un factor más a sumar a esa vida intensa en la que se cruzaron la crisis del 29, el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
El resultado muy bien contado en este cómic: una vida enormemente creativa, vivida intensamente junto a amistades como los hijos de Tomas Mann, y en la que atravesar tantas fronteras la hizo un ejemplo antes y después de su prematura muerte.
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