Es una obra de afirmación, que aunque no elude los episodios de rechazo o las dificultades para una aceptación natural en su entorno, sobre todo habla de dignidad y de autoestima. De la consideración de ser ya una chica antes de encaminarse al tratamiento hormonal y quirúgico que lleva al cambio de sexo.
En un brillante prólogo, Alana Portero explica que habitualmente las historias de las personas trans se han solido contar en términos de sufrimiento, abandono, burla o violencia, desde el prisma de estereotipos o de ridiculizaciones y en general desde la narrativa del "cuerpo equivocado". Y da ejemplos de la literatura y el cine entre los que destaca en esa visión tópica La chica danesa.
En cambio, en esta obra la propia autora va contando un proceso de autoexploración, conociminento, dudas y transición no lineal, en el que caben cambios de visión, avances o retrocesos, sin que tenga por qué haber una meta definida de género al que llegar.
La autora va contando la historia de forma sencilla, sin condescendencia pero transmitiendo, como concluye Portero "dignidad, orgullo y fiereza", que puede ayudar a personas trans que necesiten referentes que por ahora son escasos en la narrativa. Por eso creo que es una obra muy recomendable para cualquier biblioteca pública.
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