A partir de aquí Daniel podrá acceder a fiestas, ser colega de artistas alternativos, protagonizar acciones artísticas patéticas, abandonar los estudios, enamorarse, embarcarse en un robo de más calado y otros líos mientras empieza un cuaderno autobiográfico.
Y nosotros vamos recorriendo de su mano el ambiente de las librerías, las editoriales, los cafés y en general de la vanguardia de esos años con algunos divertidos giros de guion.
He leído este cómic como una invitación a reflexionar sobre los conflictos creativos en el mundo del arte y el propio proceso de creación, con un tono que invita a la desmitificación y a la crítica de la presunción o la impostura de algunos.
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