El llamado art brut que recorre este cómic hizo abrir el arte a muchas manifestaciones excluídas por la visión académica o comercial, contribuyendo a que se reconociera su genialidad, y para mí ha sido un acercamiento muy didáctico. Una estudiante en el museo de arte contemporáneo de Berna va escuchando las reflexiones de Dubuffet, del psiquiatra Hans Prinzhorn y del comisario Harald Szeemann que debaten sobre el sentido del art brut, y los lectores vamos siguiendo el dibujo de Oriol Malet que nos permite visualizar la estética y motivaciones de los artistas.
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