El cómic hace una reflexión crítica sobre el estigma del cáncer y muestra cómo estas creadoras le dieron la vuelta generando una experiencia transformadora a través de la danza ("antes del cáncer vivía para bailar; después del cáncer, necesito bailar para vivir", dice Anna), de la escritura ("la reputación de la enfermedad aumenta el sufrimiento de quien la padece y necesitamos herramientas que ayuden a acabar con sus metáforas", según Sonntag) u otras manifestaciones artísticas -como el cómic en el caso de Urruita.
El fin -en expresión de Hannah Wilke- es recuperar la dignidad “transformando la victimización médica en arte”. Un cómic extraordinario.
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