Todo está contado de una manera sencilla y expresiva, a través del relato conseguido por la dibujante en entrevistas a una superviviente, Lee Ok Sun. Las manchas, sombras, trazos y líneas negras transmiten de manera emotiva sin necesidad de ser más explícitas la dureza de lo vivido, que no acabó cuando al final de la Segunda Guerra Mundial fueron liberadas tras la derrota de Japón.
Muchas de estas mujeres supervivientes, en lugar de ser reconocidas como víctimas de crímenes de guerra, tuvieron que seguir viviendo penalidades terribles, y aún hoy luchan por que se les haga justicia, se les pida perdón y se reconstruya su memoria. Dieron un ejemplo de capacidad de supervivencia, y actualmente viven aun en casas de acogida, "casas del compartir" algunas de ellas, como la protagonista de esta historia (imagen de Eldiario.es). Una historia que a la vez indigna y conmueve, y que nos hace admirar a estas mujeres.
Lo que desazona aún más es que situaciones como las contadas no solo pasaban hace ochenta años: siguen pasando: hay actualmente en el mundo 650 millones de niñas esposa obligadas a casarse, y se vende a niñas de ocho años por comida, con el destino de ser casadas con hombres que se aprovechan del hambre de sus familias. Lo ha descrito la ONU sobre Afganistán, pero es una situación que se ha agravado en el mundo desde la pandemia. Inhumanos los hechos y la indiferencia con los que los leemos.
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