El mensaje es muy duro, y nos llega de forma continua. Pero no queremos escucharlo o no somos capaces de aplicar las políticas necesarias para revertir la situación, ni de adoptar prácticas de compromiso con el futuro: decrecimiento, ruptura con la dinámica consumista, reducción del uso de los medios de transporte particulares basados en los combustibles fósiles...
La inacción nos puede llevar a un incremento insoportable de las catástrofes naturales, la desigualdad -cada centímetro de subida del nivel de las aguas produce un millón de refugiados climáticos y en el peor de los casos a una sexta extinción masiva. El autor nos lo cuenta con emoción, con datos y con unas imágenes que combinan la belleza y el amor a la naturaleza con la representación de los daños que la acción humana está causando.
Entretanto, lamentablemente seguimos a lo nuestro, asfixiando el futuro de las nuevas generaciones.
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