Continua la trayectoria iniciada en Hierba dando ahora voz a las víctimas de una guerra civil marcada por los intereses en juego de Estados Unidos, China y la Unión Soviética, y que fue uno de los primeros escenarios de la Guerra Fría, que dejó más de tres millones de civiles muertos.
La historia se cuenta a través de los diálogos de la autora con su madre, mediante los cuales va integrando los recuerdos de varios ancianos que desarrollaron su vida en Corea del Sur dejando en la del Norte familiares con los que les fue prácticamente imposible reencontrarse.
A partir de estas historias particulares se abre al lector un problema que es universal: el de las víctimas de la guerra, el de la necesidad de la reparación a través del reconcimiento, y de la necesidad de la memoria histórica, que parece interesar muy poco a los actuales nietos de aquellas familias rotas.
Historias muy cercanas de la que se sufrió durante la guera civil española: los bombardeos sobre población civil indefensa, como en La desbandá, el hambre atroz, la separación de familias, la pérdida del hogar...