Me produce curiosidad la autora, a la que no conocía, y que resulta ser una mangaka veterana que comenzó tarde a dibujar y ser reconocida. Y que según nos cuenta en el epílogo del cómic Tomofusa Kure dejó de dibujar durante veinte años para cuidar de su familia mientras también enseñaba en la Universidad. Una autora muy lúcida se acerca a los dramáticos temas de los que trata el cómic con una cierta dosis de ironía -que no llega a la sátira- pero que retrata el cierto patetismo del comportamiento de los protagonistas: a veces egoístas, a veces nostálgicos, a veces gruñones ante la muerte...
Un cómic estupendo que rescata historias dibujadas a lo largo de su trayectoria, y que se nos ofrece gracias a la gran labor editorial de Ponent Mon.
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