Años después, el autor se atreve a documentarse muchísimo sobre todo lo que envuelven las raíces del ginseng, para finalmente crear una obra que es también una historia de su crisis personal y como creador, afectado por la deformación de sus manos y sus muchas dudas sobre su trabajo.
El cómic ahonda en las relaciones con su hermano, que le acompaña en algunos viajes de acercamiento a la cultura del ginseng en el contexto asiático, las relaciones con su familia y otras vecinas con las que compartían el cultivo de esta planta, y nos cuenta tantas cosas interesantes que se hace abrumador en algunos momentos. Pero se aprende mucho con él y merece la pena por la honestidad, la cercanía y la calidez que transmite este autor.
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